lunes, 19 de septiembre de 2011
Ayer soñé despierto.
Ayer soñé con un paisaje totalmente desértico, un lugar que nadie quisiera habitar, y difícilmente podría amar. Un escenario que colma de lágrimas el vacío y el silencio. Sentía que la tela ennegrecida que teje el tiempo iba cubriendo jardines de ilusiones no vividas en sigilo.
Despierto empapado, con ojos hinchados, la mente clarividente y fría, se agarra a la realidad, la sopesa, la calibra y juzga el pasado. Recuerdos de semillas enterradas en el prado de las alegrías y el desencanto.
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