martes, 11 de agosto de 2009

Soñando truchas gigantes y lances imposibles.

S
on ya unos añitos los que deambulo por sus agrestes vistas, y la verdad es que es un paisaje que enamora y embarga los sentidos. Es un lugar de esos soñados donde la mente se extravía como inmerso en un apasionante libro, y un aire tiznado de adolescencia parece llenar nuestro pecho.
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El pronóstico del tiempo es negativo, aunque mantengo una leve esperanza, en que los meteorologos errarán en sus afinados cálculos, no sería la primera vez... Por el cristal veo acercarse más y más a la montaña donde un espectacular cúmulo-nimbo de proporciones ciclópeas, parece mirarnos amenazante, como riendo de nuestras nimias intenciones.
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Un abrazo, resiembra esa fuerte amistad que une a dos viejos amigos, según fueron creciendo vieron como sus caminos fueron edificando travesías diferentes, a pesar de ello cada cierto tiempo se obligan a juntar de nuevo esos senderos y estrechar esos lazos que ensancha la vida.
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Después del aprovisionamiento, para pasar un par de noches, y una copiosa comida regada de chanzas y buen humor, nos ponemos en camino. El viento azota y la lluvia se estrella fuertemente contra el parabrisas del coche, la sinuosidad del camino hace crujir cada una de nuestras vértebras, y la niebla apenas nos deja disfrutar de la majestuosidad de las montañas que se abren paso ante nosotros.
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Tras una hora de traqueteo vemos aparecer al río, sus inmemoriales piedras asoman, bajo un pequeño mar de niebla proporcionándole una apariencia casi mística, su caudal es perfecto y no presenta esbozo de turbidez. La lluvia parece amainar según entramos en el valle, nuestras sonrisas se agrandan más si cabe, parece algo casi milagroso.
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Una zona de barro nos pone en apuros, el coche da bandazos a diestro y siniestro como en una feria, y en un paso donde el agua casi llega a la puerta la rueda patina deseando detener nuestro avance. Gracias a la pericia y también a la fortuna vamos salvando los obstáculos que nos presenta la tormenta y poco a poco vamos avistando nuestro refugio de montaña.
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Como romanos pertrechados nos envolvemos en el río, nuestras moscas danzarinas buscan los recovecos de las piedras, aunque el fuerte viento reinante las guía donde quiere. La tenacidad brinda algunas truchas de escaso porte, que suben raudas entre la lluvia. Estas truchas de magnífica librea, regresan en vertical obligando a clavarlas con pulso de cirujano, y así no perder el bello amasijo de plumas y pelos en sus frías bocas.
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Un estruendo atronador recorre nuestra columna vertebral, una luz que rasga el cielo cada poco tiempo, nos atemora y nos recuerda que somos los iconos más elevados del lugar. Regresamos al refugio achicados por el ensordecedor ruido de la montaña, la sensatez indica abandonar y esperar un día mejor.
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La noche parece de brujas, la lluvia y el viento llaman constantemente a la puerta, obligándonos a atrancarla y un resplandor continuo ilumina el valle a nuestros pies. Lentamente bajo el rumor de los ratones que merodean mordisqueando a nuestro alrededor vamos entrando en sueños de truchas grandes y lances imposibles.
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Amanece empedrado con una fina lluvia, un rebaño de ciervas pace tranquilamente ante nuestra taza de café. El cauce se encuentra completamente turbio y ha subido bastante el nivel, los tributarios del valle de arriba bajan hinchados aunque no es motivo de preocupación, sé que por encima de su desembocadura el río estará alto pero pescable. Nuestra única incertidumbre reside en si la lluvia aminorará y retrocederá el caudal para poder cruzar con el todo terreno el par de puntos en que atravesamos el río para llegar hasta aquí.
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Enfundados en nuestros chubasqueros vamos saltando de roca en roca, tratando de hacer derivar la mosca lo más elegantemente posible, el fuerte viento sur y las mil corrientes que acechan nuestra imitación parecen indicar lo contrario. En el parado que se forma detrás de una piedra, se abre una pequeña boca, la mosca desaparece y una preciosidad de músculos dorados y plateados, provoca una sonrisa de lado a lado. Encaramado a otra piedra en el borde donde se juntan dos corrientes se abre otra sutil boca, la caña se enerva y otra joya reposa en mi mano.
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Las truchas se van sucediendo, parecen animarse por momentos, tras cada captura mientras atusamos la mosca y recomponemos un poco la torsión del bajo por el roce con las afiladas piedras, nuestra vista se eleva, abandonamos el ensimismamiento que produce el agua, para ver más allá y llenar los pulmones de sensaciones.
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Una desproporcional cabeza, asoma entre la oscuridad del pozo, esa amalgama de tricóptero que descendía alegremente desaparece ante el sorprendido pescador, la clavada es firme pero la astucia del pez hace sesgar el hilo contra lo que posiblemente sea su morada, Los vituperios silban entre los dientes para dar paso a una amplia mueca de complicidad, el día es largo aún.
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La estrechez del cauce nos obliga a ir haciendo la goma, indicando certeramente un punto de referencia para empezar, la actividad de las truchas sigue aumentando deteniendo nuestro avance, impresiona la densidad del lugar. Aprovechando un momento de sosiego decidimos pescar juntos, e ir cambiando a cada subida o enredo, parece increíble pero el intercambio de posición es inmediata. No importa las truchas devueltas, el numero de subidas erradas, o revolcadas multiplica por cinco su numero. Otra buena cabeza hace desaparecer mi mosca, la palanca de once pies clava con demasiada presura dejando la mosca en sus fauces, reposando en mi retina la imagen de la tomada que se repetirá una y otra vez, como la visión en el desierto de un oasis.
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Estamos, perdiendo la noción del espacio, del tiempo y de los peces, solo el cese de la actividad nos hace despertar de nuestro letargo, y el pensar en el camino de vuelta al refugio. La noche se avecina y hemos andado muy buen trecho sin comer ni apenas beber…, apuro mis últimos lances y un buen pez se debate, rompiendo la armonía del agua, es ingenioso corre directamente hacia mi tratando de destensar el hilo y persiguiendo enredarse entre mis piernas, esta actitud recuerda alguna maniobra del asturiano pez de plata. Evitando sus argucias, se ve atrapado en mi red, no tiene el porte de otros peces vistos en la jornada, pero ha sido un precioso broche final, a un día espectacular.
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El camino de vuelta aflora cansancio, nada que no cure el paisaje que nos rodea, y una buena conversación. El cauce ha bajado ni siquiera está apenas turbio, mañana no habrá problemas para descender.
Casi de noche nos saludan las ciervas y los jabalíes, mientras buscan tiernos brotes sobre el dorado valle..., los ratones del refugio huyen despavoridos ante nuestra presencia y una reconfortante cena bajo un cielo estrellado, provoca un reparador sueño que nos sumerge de nuevo en ese cuento de hadas, de truchas gigantes y lances imposibles.

Un Saludo.

10 comentarios:

Unknown dijo...

Estar alli arriba pescando es un privilegio, entorno y truchas acompañan.
Saludos

Anónimo dijo...

¡Bellísimo post gaizka! Te felicito por la pesca y por lo bien escrito que esta. Uno de los mejores post de tu blog. Sigue así.

El paisaje es impresionante, dan ganas de largar todo e ir a ese río.

Saludos.

Taekwon dijo...

Bonita entreda y bonitas fotos, me ha gustado mucho.
Que tal te ha ido por asturias estos dias?
Y que tal la caña de 11 pies?
Un abrazo

Javi dijo...

Muy bonito el sitio de pesca,y ese refugio ,de noche tiene que ser mágico,en plena naturaleza.Felicidades por tan bonitas capturas,las que fueron y las que pudieron ser.
Ojalá me quede algún día este año para pescar por primera vez en esa comunidad.
Un saludo

Leo Kutú dijo...

Hno. de los anzuelos, Gaizka:
¡¡¡Qué bellísimo lugar!!! y gran descripción.
Me he sentido caminando con una caña al hombro,...cuánto daría por ello.
Un fraternal abrazo y,...
Un afectuoso sapukay

Josiño dijo...

Majestuoso relato para estas espectaculares fotos.
Estás poniéndote el listón muy alto compañero.
Saludos.

farioreo dijo...

Un relato muy bonito.Las truchas parecen ser de la alto carrion aunque las fotos no dicen al 100% de que se trata de esta zona pero... si no la es...pues no es cantabria,asturias ni es zona pirenaica.Bueno pues gracias por el relato y que haya salud.

Gaizka dijo...

Gracias a todos por vuestras bonitas palabras...
Ultimamente frecuento poco lo lamento, reviso vuestros blogs cuando puedo y me encanta leeros.. la verdad es que paso un rato muy agradable disfrutando de vuestras experiencias.
Taekwon la caña es buena es multiusos solo hay q adaptarse a ella me imagino que como todas..
Un abrazo

Carlos Rubio dijo...

Bonitas fotos, yo estuve en junio en un mal día de viento en Pineda. Llevo años visitando esa zona, al ser mi madre de Vidrieros.
Y ya no es lo que era antes en cuanto a la población truchera... Aunque el entorno sigue siendo alucinante.
Un saludo y buena pesca
Carlos
http://pescarlitos.blogspot.com/

Gaizka dijo...

Hola Carlos encantado de conocerte y conocer tu blog.
Es cierto que el valle de Pineda y Arauz no está como cuando lo conocí solamente la afluencia de gente se puede palpar en las imnumerables rodadas, entre otros factores.. pero pensandolo friamente ningún lugar de nuestra geografía lo es como antaño. Al menos sigue siend un lugar bastante bien conservado donde se puede disfrutar de sus impresionantes vistas.
Un Saludo.