E
l fuerte viento arrojaba las trémulas hojas de los árboles contra el cristal de la ventana, el sol guardaba su rostro anaranjado, arrastrando los pensamientos, bajo la enjuta montaña, tratando de enterrarlos más allá de la vuelta de las oscuras golondrinas.
El teléfono suena agitadamente, rompiendo un silencio de paredes mudas y colores grises. Al otro lado una voz grave y firme ejecuta una palabra que resuena como el eco de una cueva… ”negativo”…. Bien doctor nos veremos….
Las manos se ciernen sobre una cabeza carente de cuero cabelludo, mientras los codos se apoyan en las rodillas. La mecedora no cesa de agitarse al compás de ideas.., ideas que revuelan una mente confusa y divagante, que se aferra a un vaso de chivas hasta tejer una densa niebla entre cordura y razón, desatando una furia incontestable, que da paso a un mar calmado de sueños no recordables.
El día despunta, y la primera micción es roja como la arcilla, el cuerpo se siente maltrecho, la imagen reflejada en el espejo no miente, y sólo el silbido de la vieja cafetera rompe el ensimismamiento que este produce.
La vieja caña y el vadeador en el capo del 4x4, una mano nudosa, desgastada por el paso de los años aferra con fuerza el volante, el valle de los deseos se abre paso por una garganta estrecha, de piedras angostas que se desquebrajan por un camino de difícil paso.
Hace años que el figurante de esta historia prometió no volver, no regresar a aquel lugar donde los árboles susurran unos con otros y perversas criaturas nocturnas se alimentan del miedo de los corazones
Cuenta la leyenda, que una pareja de enamorados, vivía en este lugar en paz y armonía con la madre montaña. Se conocieron a orillas del río y fueron las truchas las que unieron sus sentimientos, era tal la afición que sentían y el amor profeso que rezumaban, que prometieron al espíritu del río, nunca más sacrificar los peces de sus aguas, si a cambio, les protegía y les dejaba morar en sus orillas. Más el espíritu les impuso una condición… jamás podrían pescar en el estanque dorado al pie de la cascada.
Durante muchos años, sus risas reinaron en un bosque viejo… tal vez demasiado viejo. La pesca de truchas salvajes, autenticas locomotoras una vez prendidas, colmaban las horas de sus días. Las bayas silvestres, los arándanos, fresas y otras deliciosas frutas llenaban su mesa, junto con dos ovejas y una vaca que pastaban el fresco pasto a la entrada de la cabaña. Durante la noche se cuidaban mucho de no abandonar la lumbre y a pesar de oír ruidos extraños, las criaturas del bosque jamás se internaban en el calor de su lecho.
Derivando la mosca seca tras una piedra recubierta de musgo, una buena boca se abrió y una gran trucha común comenzó a dar saltos rompiendo el agua en miles de sutiles cristales, tras una frenética pelea la trucha como tantas otras es devuelta delicadamente a sus aguas. Los enamorados entre risas y retozos cada vez están pescando más arriba, inconscientemente se ven arrastrados por unas truchas de mayor bravura y mayor tamaño. Casi al terminar el día, antes de oscurecer, el suelo del río parece tomar un color dorado y al fondo parece divisarse un gran árbol, junto a una bella cascada.
Esa noche no pueden quitarse de la cabeza la visión de aquella cascada, curiosamente unos ruidos extraños como jamás oyeron los despiertan en sueños, aullidos desgarradores resuenan sobre el tejado.
Al día siguiente vuelven con sus largas varas en pos de las truchas, y a cada paso que dan las truchas cada vez tienen mayores tamaños, y se muestran más luchadoras. Sus anzuelos afilados clavan hermosísimos peces, hasta que de pronto se hallan en un precioso estanque, con el fondo como el oro, sus orillas repletas de verde musgo, donde brotan preciosas orquídeas de singulares colores. Una cascada de magníficas formas produce un densa niebla donde bate el agua cristalina, a su vera un gran árbol, de aspecto viejo, casi eterno, con multitud de raíces entrelazadas y aspecto amenazante.
Agarrados de la mano pasean a su alrededor, cuando sus ojos se desorbitan al verla, una trucha dorada inmensa, asoma su boca entre unos nenúfares, aspirando amarillentas efemeras, grandes como puños.
La insistencia de su compañero es inútil, haciendo caso omiso de toda indicación, ella ata una enorme imitación de faisán dorado y con un certero lance posa la imitación delante de aquel descomunal pez.
La mosca desapareció en un aparente borbotón y la mujer tensó suavemente la caña, el cielo rugió y el pez se desprendió del agua acrobáticamente, rompiendo la tranquilidad del estanque!!! Sus embestidas y acometidas guardaban tal furia que por momentos la mujer se vio arrastrada a perseguir a aquel animal por dentro y fuera del agua. Numerosos saltos con tremendas carreras, hacían que la chicharra del carrete no parara de sonar…La bestia corrió hacia la cascada y empezó a dar vueltas alrededor de las raíces del árbol, la pescadora seguida de su acompañante consiguió retener por instantes el soberbio ejemplar, sobre las tremebundas raíces. Aquella inimaginable trucha dorada se hallaba tan exhausta como la extenuación de su captora, cuando una raíz del viejo árbol cobró vida atrapando el torso de la joven, otra rama liberó un fuerte golpe quebrando la caña en dos liberando la trucha. La mujer gritaba de desesperación mientras su pareja trataba de impedir que aquel abominable árbol la engullíese, más sus fuerzas fueron en vano, en apenas medio minuto el árbol hizo desaparecer en sus entrañas a lo que más había querido en esta vida. Con todo su ahinco, tiró de sus raices, golpeó sus ramas y maldijo al espiritu del río, más no consiguió resultado alguno, el estanque quedó mudo.
Con las manos ensangrentadas, pronto vio oscurecer, y de la cascada empezaron a surgir grotescas figuras de afiladas garras y ojos sanguinolentos. El espíritu del río se hizo acto de presencia como una brisa heladora de invierno y sentencio. “Habeís quebrantado vuestra promesa… ella deberá formar parte del estanque el resto de sus días y tú tendrás que abandonar el valle antes de medianoche y no regresar jamás.
Su corazón lleno de pena, imploró misericordia pero no encontró perdón, tan solo albergo miedo y más miedo, fruto de las criaturas malignas que le hostigaban en su descenso. Su cabaña fruto de entrañables recuerdos ardía en llamas, sus animales fueron degollados y sus entrañas esparcidas, y de él… de él jamás se supo….
Un fuerte vómito lleno de sangre ahogaba mi pecho, hace días que no tomaba las medicinas.. , apenas unas horas había perdido el conocimiento en un área de servicio, y al despertar los sanitarios de la ambulancia quisieron hospitalizarme, pero aunque mareado no recuerdo muy bien como, supe zafarme de ellos y ahora, tanto tiempo después, me encuentro aquí de nuevo!, en el valle de los deseos, con una caña de mosca en la mano ascendiendo hacia el estanque dorado.
Un par de truchas devuelven una sonrisa que no tuve en años, jadeo como un perro pero me siento vivo y voy subiendo cada vez más y más. Mi mosca deriva libremente y cada vez las truchas son más grandes y más combativas, cada trucha liberada me hace sentir más joven, mas fuerte… mas vital. En ese instante se abre ante mi el estanque dorado. El musgo de las orillas se halla repleto de orquídeas de diferentes colores, una majestuosa cascada a la vera de un árbol antiguo, tal vez muy antiguo… y en el centro del estanque una mujer de bellos rasgos sin duda familiares… en sus manos una caña de mosca enervada de la que a cierta distancia brota una impresionante trucha dorada rompiendo el agua en un bello haz multicolor. Nuestras miradas se cruzan! Es ella! Mi corazón salta de alegría con una fuerza inusitada, ella abandona la caña y juntos corremos en una carrera frenética para fundirnos en el más hermoso abrazo y el más tierno beso jamás contado.
¡Un miligramo de streptocinasa rápido!! Intubación traqueal!! ¡No hay tiempo desfibrilador!!! ¡Un dos tres fuera!!! ¡Un dos tres fuera!! Mierdaaa lo perdemos!!! Jodeerrrrr!!! ¡Pregunta a ver si alguien le conoce en este área de servicio! ¡Diossss! ¡Es el segundo que perdemos hoy!! Ya no podemos hacer nada, certifica la muerte... Al menos por su sonrisa parece que murió feliz!!!
Cuentan los más antiguos del lugar, que al valle de los deseos ya nadie se acerca, muchos que osaron penetrar en él jamás regresaron, y los que pudieron hacerlo, cayeron en la demencia, farfullan alucinaciones, casualmente todas coincidentes en un fantasma..., un espectro similar a una dama de cabellos de oro, advirtiéndoles de que si sacrifican un pez, restallará el látigo en sus espaldas!!!
3 comentarios:
Hnos. de los anzuelos, Gaizka:
Sin dudas una fantástica leyenda. Maravillosa.
¡¡Felicitaciones!!.
En cuanto a la cascada,...no es para desafiarla y pescar allí, ja, ja, ja,ja.
Un abrazo y,...
Un afectuoso sapukay.-
Gaizka, ¿cómo estas?
Qué hermoso lugar, me recuerda mucho a la Patagonia. Muy lindo artículo.
Abrazo desde Argentina.
Las fotos son de la patagonia compañero, la mayoría del río Leon, menos la cascada que está a orillas del simpson. Region XI.
Un abrazo.
Publicar un comentario