S
on tantos los compañeros de pesca, que resulta imposible agradecer a todos los ratos que nos han brindado. Todos ellos han sido, son y serán importantes, cuelgan de una parra en forma de racimo de uvas, algunos dulces, otros no tan dulces. Por momentos tuvieron su luz y se cruzaron en el camino, y nuestra mano acarició su grata compañía, apareciendo y desapareciendo, grabando buenos sabores, perdurando en el tiempo como un vino maduro y consolidado. Hoy me acuerdo de ellos… de los presentes y de los que poco a poco se fueron marchitando, y también de aquellos que ya no volverán… pues temo que si no los recuerdo, pueda llegar a olvidar las sonrisas y los buenos ratos que me hicieron pasar.
Compañeros dulces, aquellos de confianza, que las largas y abundantes jornadas de río y de no río, hicieron crecer fuertes retamas de amistad. Aquellos con los que no había secretos y las conversaciones corrían fluidas agotando el tiempo sin apenas darte cuenta. Aquellos donde la confianza, se tornaba en bromas, donde una caída tonta provocaba un sin fin de risas, y una sería… estrechaba rauda una mano salvadora. Allí encontrabas, una caña, un hilo, una caja de moscas siempre abierta, incluso se cedía la postura de una gran trucha. “Tírala tú” “No tírala tú” “Que te jodan ahora la tiro yo” y volvíamos a reír tanto si salía como si no… Pero sino salía, a lo bajini resonaba “que cagada tío las espantao” “Que malo eres, la próxima la tiro yo” “Calla cabrón”. Y si la clavaba, tras un “!!Muy bueno¡¡” recitabas un “Que se le suelte… Que se le suelte” y si se le soltaba no veas la cara de asesino y los improperios que se escupían al aire… de cualquier manera volvían las risas y así discurría metro a metro, un sin fin de preciosos ríos.
Las cenas, y pernoctas son tremendas, al gusto se tornan un poco monotemáticas, no queda atisbo de preocupación cotidiana, todos los pesares y angustias quedan atrás, nos dejamos deslizar entre nubes de algodón. Con la idea en el entrecejo de a ver mañana que tal en ese río de bonitas aguas.
Compañeros con ciertos rasgos amargos también los hay, en realidad todos tenemos nuestro carácter, nuestra manera de enfocar la pesca, nuestras manías, pero podríamos catalogar a aquellos con los que en algún momento no congenias, no escuchan, incluso callas o discutes diciendo “para ti la perra gorda”. Son aquellos que se aprovechan de los lugares que conoces, de tu conocimiento y al poco desaparecen. Son aquellos que van por delante de ti a velocidad endiablada cambiando de margen de postura en postura, acelerando en vez de adaptarse a una velocidad o entendimiento común, y todavía cuando pueden te restriegan que te han mojado la oreja, con un sarcasmo hiriente, ausente de complicidad. “Hoy he cogido 6 más que tú” o “hoy no te he visto mover un pez” Es como si satisfacieran un ego interior. Los hay que siempre piden… y poco ofrecen. Piden tirar al mejor pez, las mejores echadas sin alternancia, los hay que siempre quieren moscas, que nunca llevan el coche y que se dejan invitar una y otra vez. Algunos que se vanaglorian de lo que saben, de lo que hacen, de lo que tienen. Que miran por encima del hombro. Que siempre cogen peces cuando no les ves. Que infringen la normativa o que no son cuidadosos con el medio que les rodea. Los hay de todos los colores y a pesar de los defectos que tenemos también brotan cosas buenas y momentos buenos. Gracias a ello estas uvas casi siempre se dulcifican y a veces con el tiempo se convierten golosas, si así no sucediese, generarán una sintonía poco melódica con las preferencias de lo que cada uno interpreta por un día acompañado a la vera de un río, y entonces convendrá dejar que el tiempo las seque y las descuelgue.
Por suerte nuestros racimos de uvas, son siempre dulces y abundantes y a pesar de que alguna se cae, siempre surgen nuevas más dulces aún.
Desde aquí dar gracias a todos porque aunque no os cuido tanto como quisiera… sé que las bodegas de las que disfruto son de primerísima calidad, y eso solo se debe a la genialidad de ser como sois.
Un abrazo.
2 comentarios:
La leche tío...
Si hasta me has emocionado...
Ya sea dulce o amarga el grano de uva que lo componga, lo que está claro, es que lo que realmente imprime calidad a la uva, es la viña.
José Antonio (Ninfa)
hi, new to the site, thanks.
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