domingo, 2 de febrero de 2014

Golpeando las orillas!

La pesca con escarabajos resulta muy curiosa, yo la conocí de manera accidental y me ha provocado sorpresa la reacción que suscita tanto en barbos como en truchas, pero sobre todo en estas últimas en determinados escenarios. Y es que los coleópteros son los invertebrados más abundantes en la faz de la tierra con alrededor de 450.000 especies diferentes, y a pesar de no tener gran cantidad de especies acuáticas, sí que muchos pueblan las riberas de nuestras masas de agua y por tanto son alimento conocido de nuestros peces en su fatídico deambular por las inmediaciones de estas.
Un año más, un principio de verano muy seco daba comienzo a unas cortas vacaciones de pesca por Asturias. El tramo estaba muy urbanizado y degradado, los colectores se encontraban al aire, podías percibir como caían esporádicamente los residuos orgánicos de las viviendas aledañas, por otra parte mal que me pese, era algo bastante usual en los sin muertes de esta comunidad, aun así dada la cantidad y calidad de sus peces, bien valía el trasiego en sus aguas. El calor agobiaba y las truchas comían sin parar se nutrían de algo minúsculo como venía siendo habitual y ni mi técnica ni mis conocimientos daban para hacer subir dos peces cada bastante tiempo. Las truchas parecían comer cualquier cosa menos lo que yo les lanzaba y tan pronto insistía dejaban de cebarse, para volver al rato en otra parte con su incesante ritmo.
Mis más ínfimas moscas desfilaron por aquellas lentas tabladas, pero ese día estaban especialmente caprichosas y no cedían ante mis engaños, así que me fui desesperando de probar y probar, perdiendo la fe en cada lance, creciendo en mi interior la pereza y la desidia provocando sin remedio que mi bajo se fuera acortando fruto de tanto cambio. Una Royal Wulff en un 14 ya no sabía que tirar, una mala presentación, esta cayó con brusquedad y sin tiempo de suspirar, una trucha la tomó nada más caer. Seguido intenté posarla con delicadeza durante un rato, más otro lance desafortunado con un bajo tan corto, provocó que de nuevo la royal golpeara cerca de la orilla, e inmediatamente otra trucha tomó el engaño con premura. En ese preciso instante me di cuenta que algo sucedía cuando posaba con fuerza y en posteriores intentos otra trucha atrapó el anzuelo y me llevo la mosca.
Abrí mi caja y saqué algo consistente de un rincón, un generoso escarabajo con un penacho rojo, acorté el bajo a unos tres metros y me lié literalmente a bandazos por todas las orillas. El resultado de esta anti-pesca fue espectacular, jamás creí que aquellas truchas tan duras resultaran tan fáciles de pescar. Según caía el escarabajo la picada era inmediata, no daba crédito, a veces se veían las estelas de los peces desplazándose desde cierta distancia para capturar aquel escarabajo. Ya daba igual que hubiera emergencia de dípterines el señuelo provocaba la lujuria en aquella basta densidad de peces.
Tal vez no fueran escarabajos lo que añoraban aquellos peces, sino el oportunista “plop” al caer de las orugas de los alisos que poblaban las márgenes de aquel río en esa época. Aquel mágico suceso me abrió una puerta a la pesca con terrestres en muchos ríos del extenso peninsular, y hoy es el día que un escarabajo puesto en la orilla de las hierbas altas, a pez visto o debajo de las ramas de un árbol orillado entre otros, aún sigue provocando grandes satisfacciones en buena parte de los pescadores...

2 comentarios:

Josiño dijo...

Aquí en Galicia son una excelente opción para el verano y es que el plop es mucho plop jejeje.
Saludos

Gaizka dijo...

Pues si Jose cuando haces plop... de todos modos, es posible que esté errado, pero creo que esta imitación, es de esas que todo el mundo lleva, pero raramente nos acordamos de ella, sino hay viento, ciprínidos o grandes masas de agua de por medio.

Salud.