lunes, 10 de diciembre de 2012
Mosca grande, trucha grande.
La espera se hizo eterna, sentado sobre una piedra gris y acurrucado tras un serbal protector, los músculos de los gemelos tensos como un arco, la cabeza gacha, asomando levemente la nariz de vez en cuando para vislumbrar una salvaje orgía. En la orilla el bosque espeso el camino serpenteante, los prados ondulados, las montañas imponentes y las nubes maravillosas eran escenas que ya conocía. En el agua un saltapraos tras otro iban cayendo del forraje con ritmo académico, sus movimientos vanos no hacían más que alertar y estimular los dientes afilados de una gran trucha, que los hacía desaparecer sin contemplación entre grandes y surgentes borbotones.
Parpadee pensando que debía estar soñando ante tan maña glotonería y tanta violencia en esos largos vaivenes por la orilla. El miedo al rechazo hizo caer de algún lado un torbellino de confusión, no disponía de una imitación que resolviese el entuerto en mi caja de moscas. Por más que miraba no encontraba nada decente que presentar, finalmente en una esquina topé con una generosa imitación de ciervo de anzuelo herrumbroso, sin gran convicción y con algún desconcierto la até al terminal. Mientras tanto la trucha seguía en su trance, ajena al tiempo, capturando aquellos ingenuos insectos.
Lance aquel amasijo con un magnetismo meridiano bajo las espadañas, la reacción fue inmediata, un visto y no visto, un “plop”, una estela y un remolino hicieron que la caña se combase, la trucha se clavó sola, peleó entre estallidos de cristal y corrió presurosa bajo las raíces de un salcino, salté para abandonar mi escondrijo invirtiendo la caña para sacarla de tan enmarañado refugio, una vez fuera empezó a girar en vertical como una peonza rozando el hilo con su cola cada vez más cansada, poco a poco el trovador fue riéndose con su alegría característica y empezó a tocar las campanas… urdía lo que más le gusta hacer, guardar imágenes en su memoria para volver a representarlas, darles nueva voz y color. Entretejerlas en complicadas historias, en destellos de fantasía que habrían horrorizado a quienes involuntariamente tomaron parte en dicha aventura.
Y heme aquí recordando con cierta nostalgia aquellos moscardos que poblaban el chaleco en los comienzos, moscas que facilitaban el aprendizaje pues no revertían de una precisión matemática en el lance para saber por dónde pacían o como derivaban. Moscas que levantan y mueven buenas truchas y se cambian con mayor sencillez entre dos luces. Hoy en día miro mis cajas y veo cuan diferente es la composición de las mismas, apenas unos modelos sobrepasan un tamaño antes considerado habitual. Y es que quien no guarda una dánica, un desmesurado pelo de ciervo, una gran peluda o profunda ninfa, un streamer, un escarabajo, una royal, un saltipajo, entre otras muchas… Cantidad de estas grandes moscas y de otras en desuso, correctamente utilizadas en tándem o solas siguen y seguirán deparando buenas alegrías.
Hace un par de años en una preciosa tabla del río Ebro, divisé una preciada trucha contorneándose a medias aguas. Por la superficie derivaban escasos insectos, algunos pitillines, junto con esporádicas diminutas olivillas que la trucha no hacía por ellas. En el primer lance una pequeña efémera en culo de pato, marco la indiferencia del pez. Sucesivos lances de dipterines y alguna ninfilla apenas sin lastre provocaron mismos resultados. Pensativo y ya con poca fe ante tal desengaño, até en el hilo un “barón” crema en un 12. La mosca derivó dos metros por delante del pez, cuando llegó a su altura la trucha ascendió y la tomó con gran delicadeza como si fuera el primer alimento que viera pasar en la mañana.
Llegados a este punto creo que los peces no desdeñan en momentos de no emergencia bocados grandes, suelen ser imitaciones que desplazan agua, que despiertan el instinto voraz del depredador y que si bien a veces no llegan a tomarlas, sí que descubren la posición del pez, dando la oportunidad al pescador de tentarlos con otras imitaciones, o en caso de haberlos alertado engañarlos en sucesivas salidas.
En otra ocasión en un seco tramo urbano asturiano, muy visitado, los peces comían esporádicamente emergentes de dípteros y excedentes orgánicos de muy escaso tamaño que afloraban de los colectores. El tramo lo conocía a la perfección y las truchas grandes a las que tentaba no hacían el menor atisbo hacia mis imitaciones, hasta que las alertaba y o bien huían despavoridamente o mostraban tal pasividad que agotaban mi paciencia. Cansado de tal diatriba y de forzar la vista, coloqué un generoso trico de ciervo lanzándolo largo y con desazón hacia unas zarzas, que colgaban ululantes en la morada de la gran trucha de aquella tabla. El moscardo descendió lamiendo aquellas plantas y la trucha se descolgó río abajo varios metros en pos de ella para tomarla de forma violenta. Aquella trucha la perdí al poco de clavarla, se fue en aquellas zarzas, no pude frenarla en su loco regreso a su refugio, pero me mostró que en la pesca no existen ciencias exactas y que estas grandes imitaciones junto con una buena técnica de lanzado y acercamiento, pueden llegar a aflojar la mente que a veces navega impertérrita en la rutina.
“Se podrá torcer nuestra voluntad temporalmente, pero jamás se podrá truncar nuestra esperanza.”
Un Saludo.
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11 comentarios:
Que bien contado! y cuanta razón tienes!
Hace solo unos años me pasaba como a ti, una mosca seca en un 14 para mi era gigante. Ahora pesco con enormes moscas de foam, ciervo y PLA y resulta que las truchas las atacan sin piedad!
Por supuesto que hay días y días, ríos y ríos, pero hay una tendencia a pescar cada vez más pequeño y no siempre se corresponde con la realidad.
Un abrazo!
Que bueno, el eterno dilema de los tamaños ...
Saludos
www.romanillosamosca.com
Yo sigo con mis grandes tamaños para la pesca habitual, adams, royal, tricos de ciervo y sobre todos barones en un 12 y saco truchas donde nadie lo hace, aunque en ocasiones es al revés ;-);-)
Saludos!!
Buenas!!
Alfonso! Eso es!!! Lástima que no tengo una foto de mi caja de moscas hace 15 años y mi caja de moscas ahora... !!Han encogido!!
Un abrazo!!
David! Y tan eterno!!! pero fijaté que hoy en día los que menos moscas pequeñas usan son aquellos que cada vez la visión les dificulta más la localización de sus señuelos.
Revuki! No me extraña nada lo que me cuentas jeje! Un abrazo artista!!
Aquí otro que en verano, cuando el rio baja sin apenas agua y todo el mundo se empeña en pescar con bajos del 0/08 y moscas del 24, no me da ninguna pereza montar un saltamontes de foam en un bajo de 4 metros y terminado en un 0/14.
En mi experiencia los resultados en cuanto a número de peces son similares, solo que con las moscas grandes no sufres ni la décima parte :)
Secundo todo lo que habéis comentado, de hecho la mayor parte de la temporada pesco con tricos en 14 y 16 de pelo de ciervo y siempre con buenos resultados, bueno casi.
Un saludo
Cuanta razón!!! Ya sabes que la mejor pescata que he hecho en mucho tiempo, fue con un moscon tuyo que estaba perdido por mi caja... lo reventaron las jodías.
Enass!!
Moscas Noega!.
Pues si que resulta comodo, me recuerda mucho la pesca del Barbo, bajo corto y golpear el agua.
Un Saludo!
Pescando truchas!.
Va a ver que hacer un homenaje al trico de ciervo por las alegrias que da aquí y en el extranjero. ;-)
Un Saludo!
Sergio!!
Bien sabes que la fe mueve montañas jajaj aquel día se lo comerían todo!!
A ver si quedamos pronto pa echar unos lances.
Un abrazo!
La experiencia te ha dado esta forma de pensar y a buen seguro que triunfará en muchas ocasiones.
Me pareció asistir a cada uno de estos lances.
La pesca a mosca es poesía y tú la entiendes perfectamente.
Saludos
Gracias Jose por tus palabras, los que tenemos blogs sabemos que a veces no es solo contar vivencias sino intentar transmitir las sensaciones que nos producen. Y en ello estamos.
Un abrazo!
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