Desde hace años en mi retorno invernal a la urbe, a la era tecnológica, a los amigos de siempre, es inherente, al calor del saludo y del abrazo... ese... " ¿y que tal la temporada?" mi respuesta es igual de limpia y sincera como reiteradamente cíclica, pues año tras año visitando amigos, lugares amados y peces anhelados, nada puede ir mal y son los buenos recuerdos, los que ahora afloran con mayor fuerza en el entretiempo. Sin embargo no siempre las respuestas de los compañeros alcanzan el mismo enfoque, y el otro día casi a mi llegada, un compañero me comentaba que había pescado menos, que si en el Ebro riada, que si en el Narcea un mar de gente, que si quien pudiera ser fulano pues mira que bien pesca, o lo bien que está mengano prejubilado.... y mientras me contaba todo esto mi mente no hacía más que darle vueltas a la fábula del Cantero.
Hace ya muchos años, antes de que el primer herrero forjase la primera espada de hierro..., antes de que las aguas del mar cubrieran Hélice con su templo a Poseidon, y de que el último de los dragones volviera a las estrellas, arrastrando tras de sí la cola iluminada como un cometa, iba caminando un muchacho cantero que estaba insatisfecho consigo mismo y con su posición en la vida.
Un día pasó por la casa de un rico comerciante. A través de la entrada abierta, vio muchas finas posesiones e importantes visitantes. "¡Cuán poderoso debe ser el comerciante!", pensó el cortador de piedra. Se puso muy envidioso y deseó que pudiera ser como el comerciante. Para su gran sorpresa, se convirtió repentinamente en el comerciante, gozando de más lujos y poder de lo que siempre había imaginado, pero envidiado y detestado por aquellos menos ricos que él.
Pronto un alto funcionario pasó cerca, llevado en una silla de manos, acompañado por asistentes y escoltado por soldados batiendo gongos. Todos, sin importar cuan rico, tenían que hacer una reverencia ante la procesión. "¡Cuán poderoso es ese funcionario!", pensó. "¡Deseo que pudiera ser un alto funcionario!".
Entonces se convirtió en el alto funcionario, llevado por todas partes en su bordada silla de manos, temido y odiado por la gente de todo alrededor. Era un día caluroso de verano, por eso el funcionario se sentía muy incómodo en la pegajosa silla. Levantó la mirada al sol. Brillaba orgulloso en el cielo, no afectado por su presencia. "¡Cuán poderoso es el sol!" pensó. "¡Deseo que pudiera ser el sol!".
Entonces se convirtió en el sol, brillando ferozmente sobre todos, abrasando los campos, maldecido por los granjeros y los trabajadores. Pero una enorme nube negra se interpuso entre él y la tierra, de modo que su luz no pudo brillar más sobre todo allá abajo. "¡Cuán poderosa es esa nube de tormenta!", pensó. "¡Deseo que pudiera ser una nube!".
Entonces se convirtió en la nube, inundando los campos y las aldeas, increpado por todos. Pero pronto descubrió que estaba siendo empujado lejos por cierta gran fuerza, y se dio cuenta de que era el viento. "¡Cuán poderoso es!", pensó. "¡Deseo que pudiera ser el viento!".
Entonces se convirtió en el viento, llevándose tejas de los techos de las casas, arrancando árboles, temido y odiado por todos debajo de él. Pero después de un rato, se izó en contra de algo que no movería, no importa cuan fuertemente soplara en contra de ella, una enorme y altísima roca. "¡Cuán poderosa es esa roca!", pensó. "¡Deseo que pudiera ser una roca!".
Entonces se convirtió en la roca, más poderosa que nada más en la tierra. Pero mientras estaba parado allí, oyó el sonido de un martillo golpeando un cincel en la dura superficie, y sintió que estaba siendo cambiado. "¿Qué podría ser más poderoso que yo, la roca?", pensó. Bajó la mirada y vio lejos debajo de él, la figura de un cantero.
Un Saludo.
3 comentarios:
Y al cantero le doblega siempre su MDR. Quién pudiera ser MDR!!
:-) :-) :-)
Un abrazo!!
Eso son ya palabras mayores compañero, ahí ya hay que hilar muy muy fino!
Un abrazo!
Gracias Jose Luis.
Interesante!
Salud!
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